Resulta curioso como descubrimos lugares desconocidos que tendrían que ser conocidos. Me explico. Tenía una visita pendiente (como muchas) desde hacía mucho tiempo a las Minas de Fontao en Vila de Cruces, o más bien, al Pueblo Minero de Vila de Cruces porque a las propias minas no se puede acceder. Y un día de trabajo por la zona, una compañera que estando casualmente en la oficina de turismo local, Nicole, se ofreció a guiarnos hasta aquel poblado…
Como ella nos anticipaba… el propio trayecto desde el núcleo urbano de Vila de Cruces hasta el poblado fue todo un descubrimiento: Naturaleza en estado puro. De camino, pasamos por iconos de ese municipio como el taller de artesanía Elena Ferro, o el Balneario de Brea en Merza.
Una vez subes por unos caminos estrechos, llegas directamente al poblado, con amplio espacio para aparcar. Es un lugar muy curioso: las antiguas casas de los mineros, se han rehabilitado como todo los demás espacios, y hoy están habitadas por personas que forman una comunidad de vecinos. En medio de los bloques de viviendas, se encuentra el antiguo cine que hoy se utiliza como auditorio; la iglesia que alberga el museo, y las antiguas escuelas que se usan para exposiciones temporales, y también como local social de los vecinos. Un auténtico producto de turismo industrial que merece la pena conocer porque forma parte de nuestra historia; nos guste o no. E igual resultaría de interés que formase parte de itinerarios temáticos de turismo industrial en Galicia o fuera de nuestras fronteras. Hay demasiada historia escondida en cada piedra que componen esos edificios… Quizás, como mejora, diseñar un pequeño espacio en alguno de los edificios a modo de rincón de interpretación… porque si algo se echa en falta es ‘tocar’. Al no poder bajar a las propias minas (totalmente desaconsejable) y sin apenas poder visualizarlas, falta ese algo que permite conectar al visitante con la autenticidad.
Pero Vila de Cruces ofrece mucho más… el territorio del propio término municipal es una caja de sorpresas. Alojamientos singulares: Varias casas rurales y un balneario reclamo. Restaurantes como O Refuxio, Casa Don Din o Casa Castro con gran tradición; museos como el del recién fallecido Neira Vilas en Gres, Ponteledesma, o el Museo Paco Lareo, A Solaina en Piloño; y varias áreas recreativas maravillosas para las personas que viajan en autocaravana. Sin olvidarnos del enoturismo… presente también gracias a la bodega Castrobrey. También es de señalar un proyecto con un gran futuro que gestiona David Sueiro: una granja escuela sobre el Galo Celta al que le deseamos mucha suerte y que lo termine pronto porque son necesarios lugares como ese en Galicia.
Como decía al principio, desconocemos lo que tenemos a una hora de nuestro hogar… Tenemos que hacer más turismo de proximidad porque nos centramos en lo lejano desconociendo en muchos casos, lo cercano. Ya sabéis si queréis hacer una escapada por Vila de Crucse: Naturaleza, patrimonio, gastronomía, historia, termalismo…
¡Hasta el próximo latexo!