Aprovechando algún día libre y la compañía de una buena amiga, nos fuimos de paseo al corazón de las Rías Baixas; escogimos un lunes, porque consideramos que sería el día de menos afluencia en esa zona.
Así, comenzamos nuestra jornada de manera fantástica, sin apenas tráfico, llegando al espectacular Humedal Complejo Intermareal Umia-O Grove y a la playa de La Lanzada, que indican la entrada a un pequeño paraíso; continuamos, hasta la majestuosa Isla de La Toja. Emocionadas, vimos que salía el tren turístico, y nos pareció una idea fantástica para recorrer de manera productiva la isla. Pero poco nos duró la ilusión… en el tren, una música totalmente desacertada (de la época gloriosa de Manolo Escobar, anda que no tenemos música actual de grupos gallegos!!) de fondo con un tono elevado que se paraba de repente para dar paso a una grabación con información sobre lo que íbamos viendo. Las vistas, excelentes, divisando las grandes torres hoteleras, la Ermita de las Conchas, y los puestos con abalorios varios de conchas, que tampoco disgustan, la verdad; el paisaje, a pesar del día gris que hacía, espectacular.
Al terminar, fuimos directamente caminando a la ermita y fue todo una odisea… cada dos por tres, nos asaltaban las señoras intentando vender los abalorios de conchas… y cuando al fin llegamos a la Iglesia, la señora que estaba en su interior, intentó captar nuestro bolsillo una vez más, informando sobre lo milagrosa que es la Virgen del Carmen que allí veneran (increíble!!!!!) Escapando, nos metimos en la tienda museo que hay de las aguas de La Toja, cuya entrada resulta agradable y parece que da paso a un interesante centro… pero una vez más, qué desilusión!!! La música, del mismo tipo que la del tren, la decoración poco acertada, y totalmente orientado a la venta. Demoledor.
¿Final? Directas y en línea recta, nos fuimos al coche para cruzar el puente lo antes posible. Tras un paseo en coche por la península de O Grove, encontramos por casualidad, un restaurante que es mucho más que eso: Paraíso Balea. Un lugar curioso en sintonía con esa península de O Grove: una especie de pequeña nave sobre una finca cerrada acoge un espacio auténtico en el que comer marisco y pescado (entre otras cosas) a la carta, o con menú del día. Si algún día vais, no olvidéis pedir su empana casera, aunque es probable que os la ofrezcan para degustar. Como sabéis, no soy ninguna experta en gastronomía, pero como usuaria, puedo decir que es un restaurante totalmente recomendable para ir a comer, o para tomar una caña o un helado en su terraza: materia prima excelente, lugar cuidado con detalles, y atención al cliente inmejorable. Terminamos la jornada en la playa, que al mismo tiempo nos valió de reflexión…
¿Es éste el turismo que queremos? En mi opinión, estamos ante un modelo turístico (tipo de masas, años 60) que se está agotando, o es poco o nada rentable. Si para nosotras ha resultado de lo más incómodo y poco apropiado lo que nos ha tocado vivir, un lunes de agosto… ¿cómo se sienten los turistas de fuera de Galicia? Desde luego, sería un buen lugar para hacer encuestas y poder conocer sus opiniones acerca de la experiencia en La Isla de La Toja. Tenemos los mejores hoteles de Galicia (uno de 5 estrellas y dos de 4 estrellas) concentrados en esa isla acondicionados para acoger un turismo de un poder adquisitivo medio alto; unos recursos turísticos endógenos y auténticos que permiten el desarrollo de productos turísticos con valor, como podría ser el desarrollo de un centro de interpretación en lugar de ese pequeño museo; y sí, con espacio de venta, pero no tan descarado. Algo no encaja en las Rías Baixas. Espero que este post se entienda como una crítica constructiva, pero es la realidad; no es agradable escribir post tan negativos.