Desde hacía algún tiempo tenía una cuenta pendiente, y era la visita a la Bodega Martín Códax.
Hace unos días por fin pude hacer la tan ansiada visita, con motivo de la celebración del Día Europeo del Enoturismo. Con este post, no pretendo contar la parte técnica de la visita, ya que para ello podéis consultar su web y otras especializadas en enoturismo. Lo que pretendo es contar la experiencia por parte de una persona totalmente ajena al mundo del vino.
Para introducirnos en el contexto, la guía empezó haciendo un repaso a la historia de la bodega. A continuación, tras explicarnos la evolución de las edificaciones, pasamos al interior y, empezamos por el final, por la sala de catas. Tengo que decir, que en nuestro grupo no había ninguna persona experta en enoturismo, y al entrar en la sala nuestras caras fueron auténticas… y más aún cuando nos dijeron…»a practicar» ¿cómo?- pensamos. Pues sí; tras una breve explicación de la guía de cómo se hacían las catas, describiendo la percepción del vino con los distintos sentidos (vista, olfato y gusto) nos pusimos a oler aromas… teníamos que ver si éramos capaces de identificarlos, y luego comprobar la solución.
A continuación y en la misma sala, pudimos ver las distintas botellas que hay de Martín Códax dependiendo del mercado al que va destinado y también la evolución de las mismas. Así, descubrimos por ejemplo, que para el mercado Americano la botella cambia de color totalmente, y el tapón es de rosca.
Tras facilitarnos una bata blanca, pasamos al túnel que está bajo la carretera de acceso a la bodega, lleno de barriles de madera con vino. En ese punto, la guía aprovechó para contarnos algo sobre el nombre de Martín Códax (la historia del Trovador). Seguimos la visita por las distintas zonas de las instalaciones al tiempo que nos explicaban el proceso de la uva. Nos comentaron también que para hacer la película O Apóstolo, les habían pedido cepas a ellos; apuntar que tienen alguna maqueta sobre la película y una zona dedicada a la misma.
En la recta final de la visita, nos hablaron de los distintos productos de la bodega Martín Códax: Martín Códax, Burgáns, Gallaecia, Lía, Marieta, y Organistrum. Para finalizar, nos dieron a degustar una copa de vino Martín Códax.
Como veréis, no puedo contar la visita con palabras técnicas ni especializadas del mundo del enoturismo; pero sí, puedo reflexionar sobre el significado para mí de esta visita.
A partir de ese día, cada vez que tenga delante una copa de vino, seguro que me paro a visualizarlo, olerlo, y degustarlo. En una palabra, a «valorarlo». También entenderé el significado de los distintos precios que puede alcanzar un vino en el mercado. Ya solamente por estas dos cosas, habría valido la pena la visita. Pero en mi caso, hay más. Para mí, fue muy importante también la explicación de la cata, aunque breve, fue suficiente para hacerme una idea de cómo es el proceso de catar un vino.
Para terminar, decir que hemos tenido que realizar la visita muy rápidamente, y no hemos podido valorarla como corresponde. Seguro que volveremos a hacer la visita con calma, y posiblemente, con lápiz y libreta para poder hacer posteriormente una crónica técnica en condiciones. Quiero apuntar también, que el buen ambiente que había en nuestro grupo en la visita, fue gracias a la guía, y en general a todas las personas de la bodega que nos asistieron ese día.
Enhorabuena a la bodega por este tipo de iniciativas, y al personal por su eficiencia. Y digo yo, ¿no es ésta la verdadera «calidad»?